Pasionata

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A un año sin ti

Me viste crecer. Durante mi niñez disfruté de lugares maravillosos como el parque bimbolandia, allá cerquita del metro los símbolos. También me permitiste conocer los médanos de coro, en el estado Falcón. Mientras seguía creciendo, también me presentaste a Barlovento, la tierra ardiente y del tambor, a Barquisimeto, la ciudad natal de grandes músicos, y la hermosa ciudad de Mérida, junto a sus atracciones y hermosos paisajes. La participación en la coral Juventudes Culturales de la UCV me permitió presenciar otros de tus estados, como Guárico y Maracaibo, la tierra del sol amada, sitio de nacimiento de mi querido padre, que en paz descanse.

Como toda canceriana que soy, el mar no podía pasar por desapercibido. Mis ansias y mis deseos de estar siempre  junto a él, me llevaron humildemente a frecuentar en muchas ocasiones la isla de margarita, y en muchas otras las playas del litoral. Eso es lo más cerquita que uno tiene cuando se vive en la capital. Quise en alguna oportunidad conocer los roques. Mucho he escuchado de sus aguas cristalinas.

En mis años ya no de muy tan niña, hiciste que conociera lugares mágicos de la capital. Mi lista siempre la resumía a cinco. El primero, era el maravilloso Ávila. En esa etapa de fitness, en la que queremos vernos bien, comer bien, y hacer deporte, te presencié muchas veces a través de la subida a Sabas nieves. Al llegar a la cima, me permitías desestresarme, respirar aire puro, tomar agua fresca y encontrarme conmigo misma. El segundo, y dentro de la misma línea de fitness, es el parque del este. En ese sitio me dejabas liberar las toxinas negativas y nocivas a través de las distintas actividades que semana a semana realizaba. El tercero, fue la estadía durante seis años en la casa que vence las sombras, mi amada UCV, la cual me formó como persona y como toda una profesional en letras e idiomas. En la majestuosa aula magna, también me permitiste tocar mi flauta y cantar durante muchos años a través de mi incursión en la coral. El cuarto, es un sitio lleno de mucha música, de mucha naturaleza y de mucha gente querida: el centro de arte la estancia. Sus conciertos, todos gratuitos, me permitieron recibir la medicina o la terapia que todos necesitamos para alimentar el espíritu. Allí me permitiste disfrutar de agrupaciones como serenata guayanesa, Cecilia Todd, la Orquesta Típica Nacional, Diveana, y un sinfín de artistas. El último de los sitios, también tiene que ver con la música y la cultura. Se trata del Teatro Teresa Carreño. En él me permitiste conocer a artistas y agrupaciones de gran talla como la orquesta sinfónica de Venezuela, la filarmónica, las extraordinarias voces operísticas de Betzabeth Talavera, Gaspar Colón, Mariana Ortíz, Franklin de Lima, entre otros.

Hoy, la realidad es otra,  ya no estoy contigo. Hace exactamente un año decidí despedirme de ti, y las razones tú las conoces. Yo te agradezco con el alma todo lo que hiciste por mí y todo lo que me diste. Tú más que nadie sabes lo duro que fue dejarte, pero sabes que hay momentos en la vida en la que muchas veces nos vemos obligados a tomar decisiones.

Tú, Venezuela, mi país, te extraño mucho. A un año de estar sin ti, aún mi mente y mis pensamientos siguen contigo.